martes, 22 de diciembre de 2015

ANTIGUOS CONJUROS A SANTA MARTA Y A LAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO PARA ATRAER AL SER AMADO

 
 
 
Los conjuros para el amor invocando a Santa Marta y al ánima sola son muy antiguos. En época de la inquisición ya se conocían y se perseguían bajo acusación de brujería y hechicería a quienes los utilizaban.
 
Aquí os dejo algunos de ellos en su versión original que están sacados de A. H. N. Sección Inquisición de Llerena. Legajo 1987. Relación de causas despachadas en el año 1643 en la villa de Llerena. Exp. 32.
 

En primer lugar se hacía el conjuro a Santa Marta
para atraer a los hombres a casa:

“Marta, Marta ni la digna ni la santa,
a la que por los aires anda,
a la que se encadena,
y por ella nuestro padre Adán peco,
y todos pecamos,
del demonio del pozo al del reposo,
el del reposo y el que suelta al preso,
al que acompaña al ahorcado,
al diablo cojuelo, al del rastro,
y al de la carnicería,
que todos juntos os juntéis,
y en el corazón de (tal fulano) entréis,
guerra a sangre y fuego le deis
que no pueda parar,
hasta que me venga a buscar,
demonio cojuelo tráemelo luego,
demonio del peso tráemelo presto”

Y habiendo dicho esto, el hombre vendría tal día,
 por la mañana, a la puerta de la casa 
de la moza que quería novio.

Y si llegaba a entrar en la casa enojado, 
había que hacerle una cruz
con los dedos de la mano derecha
sin que él lo viera, 
y pronunciando su nombre dijese:
 
“Fulano tente en ti,
pues que Dios murió por ti”
 
repitiéndolo tres veces, y después dijese:
 
“Yo te conjuro con esta cruz,
con la santa Veracruz,
y con la cruz de tu frente,
que me quieras mostrar
y decir el amor que me tienes”.

Con estas palabras, al tal pretendiente
se le quitaría el enojo,
y la amaría más que a su alma.


 
Otro de los procedimientos que se empleaba,
era encender una vela y rezar un credo
a las animas del purgatorio, mientras hacía
 “el sortilegio de la toca”, 
que disimuladamente consistía
en la colocación de un naipe bajo el ara de un altar
y esperar a que se dijeran tres misas,
con sus correspondientes evangelios,
concelebradas por tres sacerdotes,
y después “tocar” con el naipe durante tres días:
el de Navidad, de San Juan y el Jueves santo,
antes de la salida del sol al que deseara seducir.
 
Las palabras del conjuro eran las siguientes:

“Con dos te veo,
con cinco te ato,
tu sangre te bebo,
el corazón te parto,
con las parias del vientre de tu madre,
la boca te tapo,
fulano vengas tan humildemente
como la suela de mis zapatos”.




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